viernes, 30 de junio de 2023

Tener un trastorno mental

 Empezamos con una declaración firme: tengo un trastorno mental. 

Aquellos que hemos vivido esta experiencia de etiquetación clínica podemos reducir la experiencia en dos ideas muy claras:

- Por fin sé que es lo que tengo 

- ¿Esto es lo que explica el cómo soy? 


Cuando empiezas a indagar en que consiste tu patología, mágicamente le das sentido al porque reaccionas de determinadas maneras, porque te sientes un bicho raro, porque nunca has podido encajar del todo, porque tu visión del mundo es tan diferente, porque tu sensibilidad es tan particular, porque la tristeza puede inundarte tanto, y una larga lista de justificaciones se va desarrollando. Esto, al principio, crea desconcierto, cuanto menos, al valorar la idea de que lo que yo soy se resume en: trastorno limite de la personalidad. 


¿Pero sólo soy eso? 25 años de mi vida simplificados a una afirmación rotunda y a la necesidad de terapia, medicación, psicólogos y psiquiatras. Posiblemente, aquí es donde se haya el mayor error....dejar que nuestro trastorno se apodere del yo. 


Yo soy María Herrera Japón, y si, evidentemente que este trastorno forma parte de mi, pero no solo soy mi trastorno. No solo soy delirio, depresión, cama, pastillas, ansiedad, tristeza, disociación, desrealización, despersonalización, tricotilomanía, ataques de pánico, alta sensibilidad emocional, auditiva, y visual. ¿cómo no va a afectarme todo esto a mi día a día?. Evidentemente, lo hace. Pero María, también es amor, es paz, es armonía, es concordia, es sabiduría, es conocimiento, es vocación, es lucha, es fuerza, es sensibilidad, es reconexión, es trabajo continuo, es crecimiento personal, es valiosa, es poderosa. Yo soy un ser humano digno de amor, digno de aceptación, e intento tener una vida funcional en la medida de lo posible. Hay días que no puedo, que mi dolor es tan grande que se me somatiza en mi cuerpo. Que mi hastío es totalizador. Que mi etiqueta ''tengo un trastorno mental'', parece más limitante que liberador. En muchas creencias, y películas de miedo y posesiones, se cree que al conocer el nombre del demonio, se tiene control sobre él. 

Con esto, no pretendo endemoniar lo que es tener un trastorno mental, pero tampoco pienso romantizarlo. A veces, el estar en el mundo se me hace bola, y otras, valoro detalles tan importantes como el color del cielo cuando anochece, el olor a hierba, a mar, el sonido de los pájaros, y el regusto de mi infancia cuando como un plato de garbanzos. 


Mi trastorno me limita en muchísimas ocasiones, pero también he podido comprobar que un aspecto fundamental es quienes te acompañan en este proceso. Tener un entorno sano, de amor, de comprensión facilita mucho tomarse el tiempo que uno necesita (y para esto no hace falta tener un trastorno). 

Se podría decir, que estoy en un trabajo constante, duro, muy duro, que no me deja descansar prácticamente nunca, pero que a su vez, me esta permitiendo conocerme y vivir un proceso hermoso de autorevelación. Al final, me esta permitiendo saber qué es lo que mejor me viene, escucharme, y eso, para bien o para mal, es muy valioso. Porque aunque el entorno sea primordial, también lo es la actitud con la que nos hablamos, y nos escuchamos. Y no todos los días tengo la mejor. Cuando no tengo ganas de vivir, se hace muy difícil sacar algo positivo o cambiar de mentalidad o pensamientos. Cuando se tiene una crisis, parece que leo único que la calma es la medicación. Pero a pesar de todo, me repito una y otra vez, que soy un ser vivo que me merezco vivir, siento también responsable de mis actos, y no usar mi TLP como excusa para hacer el mal, o ser egoísta (porque amigos, todos, tenemos motivos para ser malas personas, la cosa, o el asunto, es no serlo). Ser comunicativa, en la medida de lo posible, es fundamental, porque si a mi de por si me cuesta saber que es lo que más me va a ayudar, imaginaos alguien externo a mi. 


También, algo que estoy apreciando mucho últimamente es el silencio, y el dejarme engullir por la calma que también me rodea. 


Por terminar este pequeño escrito, diré, la mayor afirmación que la mujer más sabia que conozco me dijo no hace mucho. Se puede adaptar a dios, al universo, a la vida en si, que no siempre es justa:

''Dios ha puesto en mi camino lo que sabe que yo soy capaz de soportar. Sabe que soy la única que podía asumir la mayor de las tristezas y seguir siendo yo''. 

Al final esto, no es más que la muestra del poder de la mente, de la fortaleza, del continuo aprendizaje y la aceptación de la crueldad. Aqui un consejo, personal, ''que la crueldad del mundo no apague la solemnidad de tu alma''. 



Atentamente: María Herrera Japón y no solo, una trastornada 

viernes, 23 de junio de 2023

Voces - Poema Libre por María Herrera

 Ajetreo, ruido, mareo, 

pesadez en la cabeza.

Desesperanza, angustia, vértigo, 

ansiedad aparece en escena. 


Gritos de muchedumbre caben dentro 

de una sola cabeza, y aunque

ya no las oiga siempre me queda

la jaqueca. 


El dolor de cabeza, de sien, de ojos

y de orejas. Que se va trasladando por mi cuello hasta cogerme

un pinchazo, que me estremezca. 


El pulso me va rápido, la boca la noto seca. 

Solo tengo lo que se conoce como un ''relájate, muñeca''. 


Que no es pa' tanto, que solo te dije que así no era, 

que no estaba bien como existías con esa libertad y 

con esa fuerza.


Que deberías escuchar más, 

que tu opinión no está completa...

porque tienes que pasar por 38 experiencias previas para poder hablar 

de como te sienta la critica, la acción o el machaque que el otro te alimenta. 


Que si soy insegura, que si quite esa cara de pena, 

que si es culpa mía por cria y niñata de mierda. 

Que mi camino no es válido por más claro que yo lo vea, 

porque el listo de turno le dijo a tu autoestima que si eso, 

ya la llamarían si requiriera. Que era mejor así, 

calladita, pero con una tormenta en la cabeza.