Imagina
que puedes habitar en un mundo donde todos tus sueños parecen que se hacen
realidad. Un mundo donde el daño físico se da de forma aparente, donde puedes
reencontrarte con aquello que anhelas o extrañas. Un mundo donde lo que piensas
que ya no puede regresar es el germen que crea lo que puedes ver.
La soledad
y la desesperación de mi vida inundaba lo más profundo de mi ser. Me encontraba
frustrada en casi la mayoría de ámbitos de mi vida. Realmente, estaba perdida.
Una tarde, cercana ya al anochecer, después de una jornada intensa de trabajo,
volvía por el mismo camino de siempre a mi hastiado hogar. Eran las 19:04.
Conducía dentro de ese pequeño vehículo al que algunos consideraban coche,
donde no puedo contar la de horas que me he quedado dentro, mirando el
teléfono, intentando alargar el momento de meterme en casa.
La
situación no estaba bien, desde luego, todo mi mundo se había venido abajo en
cuestión de un par de meses. Mis pilares duros como piedras se me hacían tan
endebles que una ráfaga tenue de aire podía hacer que se desmoronase todo el
templo que es mi vida.
Arranqué
para marchar allá, tomé la carretera que realizo de Lunes a Jueves de forma
diaria, conduciendo pasivamente sin ningún animo ni deseo de llegar a mi
destino. De repente, algo se ve distinto, cuando tomo la esquina para llegar y
poder aparcar, aprecio la visión de un gran puente que no recuerdo yo que haya
estado allí jamás. Donde estaba mi casa, ahora no había más que la entrada, la
cual solo se podía hacer a pie. Aparqué de forma delictiva cuanto menos, por la
impresión que me daba todo aquello. Aun no me había fumado el cigarrillo de
después de trabajar, aquel que, en lugar de quitarme, me daba vida y aliento.
Ir con tantas prisas siempre me acababa cabreando. Detengo el motor, cojo el
paquete, enciendo el cigarro. Primera calada.
Todo esto
lo hago no quitando el ojo a aquel puente que todavía no tengo ni idea de qué
hace ahí. ¿me habré equivocado de camino? Imposible, lo hago de forma mecánica.
Siempre cojo por la misma calle, pongo la misma marcha, hago el mismo giro,
acelero y siempre llego a la rotonda a 40. No, no, estoy en mi casa. Segunda
calada.
De verdad,
creo que se me está empezando a ir la cabeza. Me he cruzado con el bar donde
siempre hay dos hombres bebiendo con la misma gorra. He parado en el semáforo
que siempre me coge en rojo. He cantado la canción 15 de mi lista de
reproducción, la que dura todo el camino hasta aquí. Tercera calada.
Este
cigarrillo se está consumiendo antes de lo debido, siempre me llega a las
mismas cinco caladas. Normalmente me entretengo con el teléfono mientras lo
hago, por eso nunca puedo dar más. Ahora mi distracción me deja más atónita
desde luego. Cuarta calada, me lo he acabado.
Decido
bajarme del coche, de una vez, ¿Cuánto tiempo llevo? No más de 10 minutos.
Tengo que hacer cosas en casa, los cuarenta y tres trabajos que tengo para
final de mes, y una larga lista de fichas del trabajo. No tengo tiempo para
esto.
Tan
decidida como cabreada, cierro de un portazo, busco las llaves, cierro el
coche. Tengo en mi mano las llaves de casa. Me coloco delante del puente, y sin
más, porque no podría hacer otra cosa, voy pasando sobre él hacia mi casa.
La
ansiedad, como mi cigarro, dura 4 segundos. En 4 segundos, veo mi casa, pero no
aquello a lo que volvía cada día, sino la casa donde siempre he deseado vivir.
Vale, estoy soñando, esto no puede ser verdad, y mucho menos lógico.
Huele al
delicioso aroma de mi incienso favorito por todas partes. Y mi casa de dos
plantas se ha convertido en una verdadera mansión. Miro estupefacta a lo que
tengo frente a mi.
Las
paredes, son cristales con enormes colores. Todo es muy luminoso, y se respira
tanta paz que de verdad estoy empezando a sentirme incluso mareada. Meto la
llave en la cerradura, esa que siempre está dando problemas, pero esta vez, la
puerta se abre a la primera.
Espero oír
los ladridos de mi perra, aquella bola de pelo que siempre me recibía gritando
mi bienvenida. Pero no, ahí estaba, mirándome sentada y os juro que me estaba
mirando de forma cariñosa y sonriente.
¿Qué hora
es? Hay demasiada luz aquí para la hora que es en Invierno. Entro, y la estancia es demasiado increíble como para describir cada detalle. Lo
arruinaría. Solo os voy a decir que tenia una habitación distinta para cada
ámbito que me gustaba: una habitación para meditar, una biblioteca inmensa, una
sala de arte, y un gran jardín. El jardín, sí que me dejó sin palabras. Era
tener un verde prado dentro de casa, asombroso.
Mi
escalera recta se ha vuelto de caracol, y no podría decir el numero de
escalones que poseía. Las habitaciones…. No pude entrar en todas. Solo vi lo
que mis ojos me dejaron apreciar. Llego a la cocina, cuya puerta trasera daba
al inmenso patio. Cruzo el umbral y me quedo atónita.
El
trastero, se había convertido en una humilde casita, y olía increíblemente bien
a ese aroma que bañaba la casa de mi abuela cuando era pequeña. Ese olor a
comida rica, a guisos deliciosos. Como los echo de menos.
Se empezó
a escuchar una voz, que precisamente no era la mia, parecía que mi lengua había
desaparecido dentro de mi boca. Esa voz y la forma en la que se movía en el
aire…estaba claro. Era mi abuela. ¿mi abuela?
Os prometo
que en ningún momento fumé nada que no fuera la nicotina del tabaco y el estrés
del trabajo. Os prometo que estaba cuerda, estaba bien, no estaba tan cansada
como para ver este tipo de cosas. No lo estaba. Joder que si no lo estaba.
Cualquier índice de sueño se me fue, desapareció con lo que mis ojos vieron.
Mi abuela,
mi abuela estaba de pie, recta como nunca la había visto. Y tenia el aspecto de
cuando yo no era más que una mocosa de 5 años. Dios mi abuela, estaba tendiendo
ropa, tarareando, mientras que hacia mi comida favorita. Me miró, y me preguntó
qué tal me había ido.
‘’La
comida está lista. Lávate las manos mi niña’’. No podía ser más feliz,¿de
verdad que estaba viviendo aquello?.Estaba ahí, me lavé las manos, lo hice.
Sentí el agua tibia en mis dedos. Que feliz me sentía.
Me senté a la mesa redonda, con esa estufa tan calentita que siempre ha estado en su casa.
Pregunté por mi abuelo. ‘’Ha ido a andar, ahora vendrá para que vayáis juntos
al parque’’. No me lo podía creer, ¿al parque?¿Con mi abuelo?. No podía ser más
feliz.
Y
entonces, pasó. Pasó, lo que no podía faltar. Mi plato favorito frente mía, y
yo con una sonrisa que me recorría la mitad de la cara. Que rico está. Sabe a
infancia, sabe a plenitud, a ignorancia, a cada tarde que me quedaba en esa
casa esperando a mi padre llegar. Estaba riquisimo, joder. Me termino el plato
en menos de lo que podría contarse.
Y ahora
con mi abuelo, que experiencia. Pero, mientras que estoy mirando a mi abuela
llena de vida y de felicidad, me doy cuenta de un pequeño detalle. Mi abuela
jamás ha tenido el pelo largo. Mi abuela jamás ha tarareado. Mi abuela jamás ha
estado en esa situación.
Me quedé
muda. Me quedé más muda que nunca. Sentí como solo podía ver esa coleta larga
por toda la espalda. Negra. ¿Quién es esta mujer?. Estoy asustada.
Tú no eres
mi abuela. Tú no eres mi abuela. Tú no eres mi abuela. Y a la cuarta,
simplemente, tuve que parar. Se estaba girando lentamente. Tú no eres mi
abuela. Me voy de aquí.
Salgo de
la casa, corro, y corro, y me caigo, y me golpeo, y me levanto. Y me encuentro
a la ultima persona que deseaba ver. ¿Abuelo?. Era mi abuelo, físicamente era
mi abuelo no había duda.
Le grité,la verdad. Joder hay una mujer que no es mi abuela en casa. Mi abuelo solo
hacía mirarme. Ni una palabra salió de su boca. Mi abuelo siempre ha sido muy
pícaro, ¿qué le pasa?.
Le
pregunto si está bien, y la única respuesta que tengo es un abrazo. ‘’Te echaba
de menos. Sé que estas asustada pero tranquila, ya estás bien. Quédate
conmigo’’. Que bien olía ese abrazo. Mi abuelo siempre había tenido una higiene
de envidiar. Me encantaba tirarme horas con él en la cama para dormir la
siesta. Me sentía tan tranquila y viva en sus brazos.
Pero mi
abuelo, mi abuelo nunca dice este tipo de cosas. Mi abuelo no se expresa. Mi
abuelo quiere sin decir, y no dice de querer. Tú no eres mi abuelo, lo tengo
claro. Pero se está muy bien aquí. Solo 1 minuto más. Huele a ese jabón que
tanto me gusta comprar en casa para acordarme de él.
Le
pregunté sobre si podíamos ir al parque juntos. ‘’No me gusta andar a estas
horas’’. Esta claro, no es él. Tú no eres mi abuelo. Tú no eres mi abuelo. Dime
un recuerdo que tengas de mi infancia,qué hacíamos a estas horas todos
los días.
Lo eché a
un lado, y me fui corriendo. Esto era de locos. ¿seguía dentro de mi casa?
¿Cuánto tiempo había pasado?. Busqué mi móvil pero como en todas las
situaciones como esta, no tenía batería. No me lo puedo creer.
¡Mi reloj!,
lo miro y veo que son casi las 10 de la noche. Pero aquí es de día. Qué narices
está pasando. No dejo de correr. ¿sigo dentro de la casa?. Corro, corro, y
corro hasta darme de cruces con una puerta (que no debería estar ahí). Es una
puerta sin pomo, donde hay un papel colgado a forma de noticiero. Hay algo
escrito, con muy mala letra, por cierto.
‘’ Sal de
aquí antes de que no quede nada de ti’’.
Esto ya
debe ser una cámara oculta. Me gusta el cine de terror y psicológico pero no
para tanto. Vamos a ver, quien hay aquí que me pueda dar una explicación
normal de lo que está pasando. ¿y mis padres? Mi madre aun debe estar
trabajando, pero mi padre debería estar en casa, debo ir a buscarlo.
Doy media
vuelta, y en mi carrera, me sitúo frente a un grupo de chicos que se me hacen
muy conocidos. Eran mis alumnos, os lo juro, eran ellos, pero, a la vez no.
Solo querían que no me fuera, me gritaban, me agarraban, incluso me empujaban
para que no pudiera ir más rápido. En una de estas, uno se dio un golpe no tan
fuerte como los que yo estaba recibiendo, pero que si determinante.
Esto ya me
dejó patidifusa. Me veo a todos los niños haciendo corro frente a él,
escondiéndolo para que yo no lo pudiese ver. Estaba en el suelo, de cuclillas.
Era Adrián. Solo puedo ver que se está colocando bien algo. Vamos a ver, que
tiene 15 años que se va a estar poniendo en la cara si solo se ha rozado.
Cuando me
quise dar cuenta, debajo de su cara había piel podrida. Piel realmente
maloriente y podrida. Aquí ya fue cuando en mi trance de infarto decidí echar a
correr. Y solo podía escuchar de fondo ‘’no se puede dar cuenta’’, ‘’ se irá’’.
Corro, y
corro, y corro, pero parece como si la casa estuviera a la otra punta del país.
Miro el reloj, las 11:45 de la noche. ¿pero qué está pasando aquí con el
tiempo?. Estoy cansada. Si pudiera y no fuera por el miedo que tengo me fumaba
un cigarro. ¡Pero qué digo!. Os juro que este sitio te manipula la mente para
que te quieras quedar.
Es que
huele muy bien, es que hace un tiempo tremendo, si te centras sientes el mar,
la naturaleza, los animalillos. Acabo de ver una ardilla. ¿qué hace aquí una
ardilla?. La sigo, la sigo hasta su madriguera. Y veo a unos preciosos bebés,
era su madre. Todos estaban con un rostro angelical, todo era, os lo juro,
perfecto.
Nadie
dañaba a nadie, era un sitio para querer quedarte, y aun no había visto nada
negativo. ¿o si lo había visto? ¿Qué hora es? 11:55. No veo la casa, pero mira
que bonitos son los bebés.
Pero tengo
que irme, aunque puedo esperar un minuto más, no creo que pase nada. Me quiero
quedar aquí. Me quiero quedar, hasta que me doy cuenta, de que las crías no se
mueven. A que la ardilla, me está mirando. ‘’Quédate’’, me decía con los ojos.
Y otra vez ese olor, joder, ese olor tan horroroso a podrido. De verdad, casi
vomito, si no fuese porque las crías se habían convertido en cuerpos sin vida.
Me voy de aquí.
Me voy de
aquí, acelero el paso, son las 11:58, la casa, ¿dónde está?. No la encuentro,
no la encuentro pero no pasa nada porque aun no es de noche. Mira que sol más
radiante, que brisa más fresca, que bien huele…
¿Me
voy?... sonriente y con los ojos cerrados no tengo más deseo que el de quedarme
ahí. Y antes de tomar la decisión veo al fondo del camino el puente. ¿llevo
todo el tiempo dentro de la casa?¿cuando salí de ella?. Camino, camino o descamino, ya no lo sé. Pero
estoy ahí. 11:59.
Estoy
empezando a cruzar el puente, abajo hay un lago espectacular.¿estaba antes
ahí?. Hay peces de colores, muchísimo, super bonitos. Los más bonitos que os
podáis imaginar. Veo el agua cristalina, la vegetación, es tan maravilloso este
puente…
11:59:30
No me
quiero ir, no me quiero ir hasta que me doy cuenta de que en todo este tiempo
que me he llevado corriendo, no me noto cansada, y no me noto cansada porque ya
mi cuerpo no es mi cuerpo.
Me
desplomo, en un sueño casi inminente. 11:59:45.
No quiero
irme, quiero estar con mis abuelos. Quiero vivir aquí. Esto es el paraíso.
11:59:50
Es raro,
ahora se ha vuelto de noche de repente. Es raro, me empieza a doler todo.
Siento el peso de 100 elefantes por encima de mi espalda. Que frio hace. Que
mal huele.
11:59:55
Tengo que
irme.
11:59:59
No puedo…
12:00.
Ya no noto
nada, pero todo está oscuro. Miro a mi alrededor, ya no hay luz. Ya no hay
puente. Solo estoy yo. ¿me ha hecho falta llegar hasta lo póstumo para darme
cuenta que ya había muerto?
Ahí
estuve, con monstruos que solo querían devorarme para hacerse reales. Con
mentiras, con dependencia de esos recuerdos que han acabado por destruirme. Mi
cuerpo ya no es mio, mis recuerdos ya no los veo con claridad. ¿qué hora es?
Son las 19:05,
enciendo la luz del coche. Qué ha pasado. Tengo que dejar el trabajo, tengo que
dejar de agobiarme. Tengo que aceptar el fluir. Tengo que hacerlo. Acabaré
consumida si no lo hago. Necesito ver que mi mente me pertenece, que la
conformidad de un abrazo gélido no me calma. Que lo que se fue nunca va a
volver. Que los recuerdos pueden reconfortarnos, o arrebatarnos el alma.
Me
gustaría empezar a vivir antes de que la sentencia de mi hora se cumpla, y no
que la altitud de mis miedos me sumerja más aún.
Meto las
llaves del coche, aun no he sacado el primer cigarro después de trabajar. Creo
que no voy a fumarme ninguno más por hoy. Me monto en el coche. Creo que voy a
darme tiempo para mi. Me marcho de aquí.