Debemos abstraernos de
nuestra cultura y de nuestra idea preconcebida de lo que significa morir, de la
visión negativa que la muerte lleva consigo…
Hace mucho tiempo, en un
mundo donde la grandiosidad de la creación se hacia patente en todo momento,
encontramos en una villa perdida, una hermosa y deslumbrante dama.
Ojos verdes esperanza,
pelo largo y rubio con reflejos pelirrojos. La ondulación de su melena
recordaba al leve balancear de las olas en calma del mar. Alta y esbelta,
labios del tono de las cerezas mejores vistas a lo largo de toda una vida. Piel
sonrosada, con piernas realmente interminables… ropajes claros, vestido largo y
sandalias tono tierra. Nos encontramos ante el más bello ser que cualquier
mortal haya podido ver. A lo largo de nuestra historia ha recibido innumerables
nombres, con una lista aun más interminable de dones que posee.
Su porte mostraba lo
agradable de su alma y la magnitud de su honestidad. En ella, todo estaba
completo. Era ella, sabia, rica de emociones, de ambiciones, dotada de artes,
de ciencia, de inteligencia… Podría ser la representación más clara de la luz
de una estrella. Pero ante un ser de tanta gratitud, sin maldad en su interior,
su sombra, decidió actuar.
‘’Oh dulce doncella de
plenitud y felicidad campante, debes aceptar tu Yo, me debes aceptar a mi’’.
Nuestra protagonista y
dama de la creación, fuente de pura vida, que con el roce de sus dedos podía hacer
florecer hasta en la tierra más marchita, amaba con devoción a cada una de sus
creaciones.
Amaba al mar que la
bañaba, a la tierra que le recorría, al fuego que la abrazaba, y al viento que
acariciaba sus mejillas. Era creadora y origen del ser. Su mayor dolor sería no
poder sentir.
Que sus brazos ya no
dieran calor, que sus atributos se tornasen a su opuesto, que de rasgos
angelicales pasase a una piel esquelética y pálida. Su cabello se caería como
trozos de piedra, su voz se agravaría, sus labios se romperían sin poder
pronunciar ninguna voz…
Su sombra actuó, y de un
pestañeo le recordó las dos caras que suponía crear vida. La dulce dama madre
de creación, se volvió la dama de negro, de la tremenda oscuridad que ni los
seres de la noche podían aguantar.
‘’Oh, ¡¿por qué me
haces esto?!’’, gritaba desconsolada con su último hilo de voz.
‘’Porque para ser
completa, debes aceptar cada parte que te compone. Porque el regalar vida solo
se completa con arrebatar el aliento que recorre el cuerpo de tus criaturas.
Porque soy parte de ti, como alma, como entidad divina. Porque tu sombra y tú,
ser, somos la misma realidad, vista según donde dé la luz de la perspectiva’’.
Ahora, serás madre, pero
no creadora, tu nombre no será dulce y melódico, sino un desgarrador grito
final en el término de la vida de aquellos que salieron de cada parte de tu
cuerpo. No serás esperanza, sino dama
del arrebato, sin la abundancia que tu presencia siempre ha aportado.
Cada vez que tus gélidas
manos intenten tocar la tez de tus hijos, estos se harán polvo, volviéndose
parte de ti. Serás la plenitud en el final del camino. Arroparas a almas que ya
en este mundo no deben estar. Serás reconocida como madre egoísta de fríos
abrazos y gélidos besos.
Serás la luna blanca en
la oscuridad, y quien se vea alumbrado por tu luz, será parte de tu cielo
nocturno. Serás señuelo, serás maldición.
Te reconocerán por tu
precipitosa e impaciente llegada. Nadie te esperará en casa, nadie te acogerá
en su gracia.
Yo te maldigo creadora, a
que la luz cambie de lugar, a que seas vista con totalidad. Ahora te renombro,
te bautizo en el río cristalino que tanto te bañaba. Serás el caos de los
elementos, el recuerdo de la finitud y del desconsuelo. Serás muerte, oscura
dama, que acompaña en la noche a su creación hacia su fin.
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