sábado, 11 de julio de 2020

¿Por qué no debes ver 365 DNI? @amantisfemina


¿Por qué no debes ver 365? – @amantisfemina

365 DNI es una película que te consume la energía cuanto menos. Plasma de forma clara la violencia que sufrimos continuamente las mujeres, y todo con un tono pseudo-erotico que crea el convencimiento de que lo mejor que te puede pasar en la vida es que te secuestren. La descripción de Netflix es la siguiente: ‘’Una mujer cae en las garras de un jefe de la mafia que la encierra y le da un año para que se enamore de él’’. (Y todo en un tono como que le está dando la oportunidad de su vida)

La descripción que se da de las mujeres nada más empezar la película es que somos guapas y malvadas, como la mujer fatal típica del siglo XIX, y que somos las causas de los males de los hombres. Además, en toda la película, quitando a la protagonista y a su amiga, las mujeres no tienen nombre, son meros objetos de uso y consumo de los hombres, y sobre todo de EL HOMBRE, Massimo. Massimo es el secuestrador, cabeza de una de las familias mafiosas más importantes de Italia. La película es un intento de hacer un 50 Sombras de Grey, mezclando porno suave y mucha violencia hacia las mujeres, y queridas, eso no es el BDSM, ni es lo que queremos para nosotras. A las mujeres no nos gusta que nos secuestren, que nos hagan enamorarnos a la fuerza, que tengamos que dejar nuestra vida por los deseos masculinos. Los detalles que se ven en el film son francamente horrendos y abusivos, mostrando violaciones de forma constante, e idealizando lo mismo con sonrisas, con ensimismamiento, con una ‘’pasión’’ idílica que no existe. No se muestran situaciones reales, sino aquello que los hombres piensan que nos gusta siendo más bien lo que les gusta a ellos.
Nuestra protagonista se llama Laura, pero realmente su nombre no tiene relevancia en el film, porque no es vista en ningún momento como un sujeto activo, al nivel de Massimo, sino como uno totalmente pasivo y que debe asumir su ‘’destino’’. Es una tortura ver como está tan manipulada que se ‘’enamora’’ de él después de que la tirase por un barco y la ‘’salvara’’. Literalmente, en ningún momento del transcurso de la película se puede apreciar el momento real en el que pasa de la negación y el ‘’querer huir’’ al enamoramiento. Todo esto pasa en menos de dos meses, y terminan por querer casarse, estando ella también embarazada. Os destripo directamente el final, ella muere de una forma deshumanizada, porque no se dice el cómo, y todo a manos de otra mujer que ha sido manipulada por Massimo. Pone la armonía entre las mujeres como algo inexistente, potenciando la ira, el odio y la competición entre nosotras.

Todas las mujeres que aparecen en el film son usadas como objetos sexuales de Massimo, abusando de su poder, y de su postura de forma más que evidente. Además, muestra como si comerle el pene a alguien de forma forzosa e incluso dolorosa, y sin tu consentimiento, fuese lo mejor que le puede pasar a una chica. ¿Perdone? El placer de la mujer en esta película está totalmente omitido, incluso en las relaciones totalmente explicitas sexualmente, sin ni siquiera besarse, Laura empieza a hacerle una felación como muestra de ‘’gratitud’’ y que lo ‘’ama’’. Por otra parte, lo solucionan todo teniendo relaciones sexuales, incluso temas como la amenaza de muerte que recibe nuestra protagonista, que es enviada de vuelta a Polonia (su país) para ‘’evitarlo’’ (pista: no). De verdad, hay tantas cosas mal en esta película que es imposible abordarlo todo sin caer en una ansiedad constante. Es una película donde realmente se pasa mal, y que te deja con un sabor tan amargo que cuesta quitárselo.
No es bueno potenciar estos ideales, ni estas figuras, para nadie. Ese hombre que te controla, que te pretende poseer, aparece como la principal víctima en la película porque pierde su posesión, no porque realmente pierda a un ser querido.

Además, ella es alejada de todo su círculo de amistades e incluso de su familia, ‘’drogada’’ por la vida de lujos que Massimo le puede otorgar, y poniendo como excusa haber tenido una relación totalmente pasiva con un señor que tampoco tiene muchas luces. Muestra los patrones claves de una relación abusiva, toxica, y de maltrato, pero idealizado y conmemorado como aquello que todas las chicas quieren y anhelan conseguir.

ESTO NO ES LO MEJOR QUE TE PUEDE PASAR. Y, además, os digo que no siempre la elección es entre un novio pasota y uno de estas características, tenemos la ELECCIÓN DE ESTAR SOLAS, y de ser nosotras sin necesidad de tener a nadie asi al lado. Que esto no sea la educación que tengamos, ni que sea idealizado por las nuevas generaciones, ya que puede ser muy peligroso.
Y, por último, aunque Laura presente un discurso de ‘’empoderamiento’’ en algunas situaciones, no es real, sino que se pretende desmontar la negación de las mujeres desde el propio discurso feminista para dejar claro lo siguiente: el NO de una mujer, si se insiste, no será tan claro, y es sexy que se resista un poco, porque atrae el hecho de sobreponerte sobre alguien. Repito, esto no es BDSM, lo cual está claramente consensuado entre las partes implicadas, sino una jugarreta del propio sistema que pretende arrojar con ‘’actitudes supuestamente feministas’’ de Laura piedras sobre el tejado que realmente aclara que el NO ES NO. Debemos ser críticos con lo que consumimos, y no dejar que cree realidades entre las personas que pueda ocasionar tanto mal y dolor.

domingo, 3 de mayo de 2020

Debería ser una opción. Feliz día de la MADRE.



Aunque lo intente, no puedo recordar la primera vez que me dijeron si quería tener hijos. Desde bien pequeña, se dio por hecho. Tenía muñecos que cuidaba, tenía carritos de bebé, y desde siempre, al ser hija única, he dicho que tendría más de un hijo para que no se sintiera solo.

Sin embargo, pasa el tiempo, y la mentalidad comienza a cambiar. Comienzo a cuestionarme si verdaderamente es mi deseo, en algún momento, el tener hijos. No paran de repetirme que ''llegará mi momento'', ''se me activará el reloj'', o ''es una experiencia única en la vida'', pero, siéndoos sincera, lo único que me provoca a día de hoy es terror. Me da miedo que mi vida se vea coartada por tener un embarazo, porque nadie es capaz de omitir el pequeño detalle de que tu vida pega un giro de 180 grados. Además, está el sentimiento residual de que si no soy madre, ¿quién me querrá?¿quién cuidará de mi?¿estaré sola toda la vida?... Parece que se establece como norma, que debo casarme y debo tener hijos, como si esa fuera la única vía que las mujeres debemos tomar.

Cuando una mujer la rechaza, queda excluida de la sociedad. Ya sea en películas, novelas, o la vida real misma, encontramos la figura de esa ''tía solterona que no tiene quien la cuide'', esa ''mujer que no aguanta nadie, y que por eso no tiene hijos''.
No se pone sobre la mesa en ningún momento el hecho de que ella haya decidido no tener hijos, y en cuestión de relaciones heteropatriarcales, marido. Parece de locos, que pueda existir esta opción sin ser vista con un tinte de ''pena'', porque no sabe qué es la maternidad y el tener un ''buen matrimonio'', que realmente solo es el predominio de lo normativo y sistemático.

Es tan legitimo tener hijos, como no tenerlos, y el valor de las mujeres o de cualquier persona con la capacidad reproductora, no está determinado porque se aplique esa reproducción. Quiero decir, yo tengo en mi mano ciertos pinceles, con ciertos colores, y un lienzo en blanco, que puedo dibujar de una manera o de otra, y seguirá siendo arte. Yo puedo decidir, si quisiera, que prefiero leer un libro antes que dibujar. Puedo elegir, porque soy un ser humano libre.

Y ojo, esto no significa lo contrario, que las personas que decidamos no ser madres estemos por encima de las que si, se trata de que toda mujer tenga la elección y la validez de tomar una vía u otra: podemos decidir si queremos o no ser madres, si queremos o no adoptar, si queremos o no formar una familia (ya hablando dentro de cualquier modelo relacional, y de orientación sexual, pero el normativo es el cis-het, y en donde se quiera o no, se ha ejercido a lo largo de la historia más este patrón), si queremos o no suspender un embarazo (sin tener que dar ningún tipo de justificación, porque es nuestro cuerpo, nuestra vida). Las mujeres somos plurales y tan plurales son las opciones que tenemos por delante.

miércoles, 29 de abril de 2020

Cuando abrazas a la muerte


Cuando abrazas a la muerte, el regusto que te queda en los labios es un sabor agridulce, pero, cuando eres el espectador de su llegada como tercera persona, tu boca se torna seca, y tus ojos llorosos, ante la impotencia de no poder hacer nada para evitarlo.

El sentir como una persona se va apagando, como una gota que poco a poco va llenando un vaso a punto de rebosar, es agonizante. Los andares tambaleantes de una canina que desfila como puede entre los últimos recovecos de su camino, simboliza muy bien nuestra dejadez del mundo hacia un destino incierto. No me centraré en cuestiones como ir al más allá, la reencarnación, o cualquier corriente de pensamiento hacia aquello que no comprendemos, y que tanto miedo nos da de explorar, sino, en el sentimiento que me concierne como persona, al ver como toda una vida se va poco a poco desmoronando en migajas de lo que una vez fue.

Mi día a día transcurre fregando los mismos platos, vasos y tenedores de mis abuelos. Siempre, empiezo dándole de comer a mi abuela, y después, le preparo la comida a mi abuelo. Le gusta la comida muy caliente, aunque ya nada le sabe a algo. Todo lo que come, sabe a podrido, a maloliente, a pasado de tiempo.

Incluso si le pusiera la mejor comida del mejor buffet de cocina, le sabría a cenizas, porque ya ni tragarlo podría hacerlo. Todo aquello ostentoso, acaba siendo secundario cuando tus ojos ya no pueden apreciarlo.

Nuestro cuerpo es una casa que se va asentando a lo largo de nuestra vida. Los pilares de las mismas, la construimos desde que empezamos a entender qué estamos percibiendo, cómo andamos, qué pensamos… son nuestros ideales, nuestro respeto personal, nuestra puesta en escena ante decisiones difíciles que determinan quienes seguiremos siendo después de tomarlas. Las casas, tienen sus ventanas, por las que entra todo tipo de luces de colores... su sala está decorada con pequeños cuadros, de las memorias de aquellos que dejamos entrar en ella. No es una casa perfecta, ni ideal, tiene fallos, grietas, incluso a veces, puede derrumbarse porque sus pilares no están bien consolidados. Hay todo tipo de casa, desde las más acogedoras, a las más frías, y su estampa, suele ser variopinta.

Este hogar debe de ser cuidado, con cariño, con amor, con dedicación, pues es donde residiremos durante todo el tiempo que estemos en este mundo. Nosotros tomamos las decisiones de quienes queremos que entren, y quienes queremos que se queden. Los pensamientos que recorren sus pasillos, pueden ser invitados de honor, o los peores inquilinos que uno pueda imaginarse… pero, llega un momento, que ya por sus ventanas no entra luz, porque se pierde la opción de poder ver; no se escuchan pájaros cantando, porque ya no entran sonidos que resuenan en ella; la puerta principal, se encuentra atorada, y el pomo simplemente desaparece como si nunca hubiera estado. Todo se vuelve oscuro, lúgubre, hasta que el hogar queda abandonado….
Ver como estas casas pasan de estar llenas de vida y de luz, al ser un sepulcro de lo que una vez fueron, nos hace sentir precipitosos ante un acontecimiento inminente. Nos pasamos la vida queriendo ir más rápido, queriendo mensajes más breves, reflexiones cortas y escuetas para que no te detenga demasiado rato. Damos por hecho tantas cosas, que cada vez más nuestros hogares parecen latas de sardinas poco cuidadas y sin profundidad. Y no nos damos cuenta, de que al final, por mucho que quieras correr, por mucho que intentes escapar, acabas siendo cogido del brazo, y con cariño, además, por la muerte.  

Al final acabas lavando los mismos tres platos, dos vasos y tenedores, hasta que llega un momento en el que ya no hay nada que lavar, porque no hay nadie que los use para comer.

viernes, 24 de abril de 2020

Me quise, me elegí a mi.




Intenté quererte,
intenté querer cada detalle de tu cuerpo como si mi vida se fuera en ello.
Intenté quererte, intenté aceptar cada acto que me dedicabas en las sombras.

Intenté quererte,
intenté apreciar hasta tus tortas sin manos.
Intenté quererte,
de verdad que lo intenté.

Intenté quererte incluso cuando no tenía fuerzas para seguir adelante.
Intenté quererte,
intenté dar gracias por tenerte conmigo.
Intenté no perderte,
intenté quererte cada noche como si no hubiera un mañana.

Intenté quererte cuando tus brazos eran gélidos,
cuando tus palabras no tenían significado.
Intenté quererte, por encima de tu arrogancia,
de tu hipocresía, de tus miradas.

Intenté quererte incluso vendiendo mi alma al diablo para que jamás te pasara nada.
Intenté quererte cada noche en las sombras.
Intenté quererte, hasta que un día, simplemente no pude querer más.
No pude querer la verdad que escondías,
no pude ser participe de tu maldad.
No pude, y mira que lo intenté.

Te intenté querer hasta que en el espejo ya no veía reflejo,
cuando mi cuerpo ya no dejaba silueta entre las sábanas.
Incluso cuando no era nada, intenté ser para quererte.

Pero no pude, no pude, y decidí, simplemente, quererme yo.
Me quise, me quise, me elegí con sentimientos encontrados.
Me salvé de quererte, porque lo que se intenta y no nace, es prueba de que yo no era, ni tú merecías que fuera.
De lo que no fluye, no se puede pretender bañarse.
De lo que no se planta,  no se puede recoger frutos.

Intenté quererte,
hasta que me di cuenta que lo mejor era quererte lejos.

-Amantis Femina.


miércoles, 15 de abril de 2020

La Dama


Debemos abstraernos de nuestra cultura y de nuestra idea preconcebida de lo que significa morir, de la visión negativa que la muerte lleva consigo…
Hace mucho tiempo, en un mundo donde la grandiosidad de la creación se hacia patente en todo momento, encontramos en una villa perdida, una hermosa y deslumbrante dama.
Ojos verdes esperanza, pelo largo y rubio con reflejos pelirrojos. La ondulación de su melena recordaba al leve balancear de las olas en calma del mar. Alta y esbelta, labios del tono de las cerezas mejores vistas a lo largo de toda una vida. Piel sonrosada, con piernas realmente interminables… ropajes claros, vestido largo y sandalias tono tierra. Nos encontramos ante el más bello ser que cualquier mortal haya podido ver. A lo largo de nuestra historia ha recibido innumerables nombres, con una lista aun más interminable de dones que posee.
Su porte mostraba lo agradable de su alma y la magnitud de su honestidad. En ella, todo estaba completo. Era ella, sabia, rica de emociones, de ambiciones, dotada de artes, de ciencia, de inteligencia… Podría ser la representación más clara de la luz de una estrella. Pero ante un ser de tanta gratitud, sin maldad en su interior, su sombra, decidió actuar.

’Oh dulce doncella de plenitud y felicidad campante, debes aceptar tu Yo, me debes aceptar a mi’’.

Nuestra protagonista y dama de la creación, fuente de pura vida, que con el roce de sus dedos podía hacer florecer hasta en la tierra más marchita, amaba con devoción a cada una de sus creaciones.
Amaba al mar que la bañaba, a la tierra que le recorría, al fuego que la abrazaba, y al viento que acariciaba sus mejillas. Era creadora y origen del ser. Su mayor dolor sería no poder sentir.
Que sus brazos ya no dieran calor, que sus atributos se tornasen a su opuesto, que de rasgos angelicales pasase a una piel esquelética y pálida. Su cabello se caería como trozos de piedra, su voz se agravaría, sus labios se romperían sin poder pronunciar ninguna voz…
Su sombra actuó, y de un pestañeo le recordó las dos caras que suponía crear vida. La dulce dama madre de creación, se volvió la dama de negro, de la tremenda oscuridad que ni los seres de la noche podían aguantar.

’Oh, ¡¿por qué me haces esto?!’’, gritaba desconsolada con su último hilo de voz.

‘’Porque para ser completa, debes aceptar cada parte que te compone. Porque el regalar vida solo se completa con arrebatar el aliento que recorre el cuerpo de tus criaturas. Porque soy parte de ti, como alma, como entidad divina. Porque tu sombra y tú, ser, somos la misma realidad, vista según donde dé la luz de la perspectiva’’.

Ahora, serás madre, pero no creadora, tu nombre no será dulce y melódico, sino un desgarrador grito final en el término de la vida de aquellos que salieron de cada parte de tu cuerpo.  No serás esperanza, sino dama del arrebato, sin la abundancia que tu presencia siempre ha aportado.
Cada vez que tus gélidas manos intenten tocar la tez de tus hijos, estos se harán polvo, volviéndose parte de ti. Serás la plenitud en el final del camino. Arroparas a almas que ya en este mundo no deben estar. Serás reconocida como madre egoísta de fríos abrazos y gélidos besos.

Serás la luna blanca en la oscuridad, y quien se vea alumbrado por tu luz, será parte de tu cielo nocturno. Serás señuelo, serás maldición.
Te reconocerán por tu precipitosa e impaciente llegada. Nadie te esperará en casa, nadie te acogerá en su gracia.

Yo te maldigo creadora, a que la luz cambie de lugar, a que seas vista con totalidad. Ahora te renombro, te bautizo en el río cristalino que tanto te bañaba. Serás el caos de los elementos, el recuerdo de la finitud y del desconsuelo. Serás muerte, oscura dama, que acompaña en la noche a su creación hacia su fin.

miércoles, 1 de abril de 2020

Pestañeo de luz. - Reflexión sobre lo que nos pasa.


Lo único que puedo sentir en la intemperie en la que me encuentro es un escalofrío que me recorre la nuca, como si de un soplo húmedo se tratase. Mis ojos, débiles ante el deseo de abrirse, deciden seguir retozando un poco más del aleteo de mis pestañas cerradas. Parecía que mi iris era el preciado secreto de Pandora, que no debía ver la luz.

Me muevo suavemente, notando como cada parte de las telas que me rodean me abrazan con ternura, con amor, con dedicación, pero, sobre todo, con ese olor que embriaga mis sentidos hasta colmarme de placer hasta un clímax inexplicable.
Me cuesta mover el cuerpo. Ni siquiera el dedo pequeño del pie derecho me responde todavía. Pero ahí estoy, incrustada entre océanos de telas que me brindan abrigo y ropaje ante mi piel desnuda. Mi piel desnuda de la forma en la que los huesos y los músculos se tornan transparentes hacia la exploración de mi mente, de mi alma, de mis pensamientos.

Tener los ojos cerrados, solo invita a que en la oscuridad de mi teatro aparezcan pequeños destellos sin saber muy bien el origen de los mismos. Las figuras se van haciendo cada vez más picaras, danzando, aunque yo no pueda oír el baile que contonean. Me siento en un lugar privilegiado, ya que las figuras no tienen que envidiar a las ninfas hijas de Afrodita. Su luz, me recuerda al cariño de un beso pasado; su ritmo, se me asemeja al palpito de un corazón cuando está en plena calma; su risa, sorda, me hace apreciar lo que aparentemente no se da.

Poco a poco, intento alcanzar a estas figuras, intento elevarme, intento levantarme, intento estar junto a ellas, siendo su compañía. Me siento feliz, pero a la vez precipitada. No comprendo cómo poder hacerme bailar, cuando las puntas de mis pies no pueden despegarse de las sabanas que rodean mis tobillos.

Y sigo, y peleo. Saboreo la victoria cuando parece que está a meros centímetros de mí. Sabe a las delicias de un recuerdo intacto en el tiempo, a una primera mirada, a una pequeña inocencia en medio de un caos fortuito. Sabe a paz, cuando te sitúas en el ojo del huracán, esperando ser fuertemente golpeada por el porvenir.

Pero ese segundo de paz, ese segundo de trascendencia, de ser, me pertenece. Me pertenece porque yo pertenezco a la paz. Porque mi integridad se disipa frente al mar del egoísmo. Me reconforto en un abrazo final con aquellas luces que bailan cuando mis ojos están cerrados.

Ya ha amanecido, y mis pies empiezan a moverse inquietos entre las almohadas, el colchón, y una melena despelucada. Amanece, aunque no tenga la certeza de que mañana lo vuelva a hacer. Amanece, hasta el dia que las luces que bailan, nos toman de la mano para elevarnos a ser nosotros, luz. Hasta que la función termina, siendo nosotros protagonistas sin retorno; hasta que nos llenamos por completo de emociones que aguardan la llegada del grito más silencioso que pronunciaremos jamás, en comparación con el sonido más ruidoso que jamás quisimos dar por nosotros mismos.
Las luces que observamos, o que nos observan siempre son del mismo tono, la diferencia se da en la mirada con la que tú decidas observarlas. Cuando eres protagonista y la obra termina; cuando eres el objeto de culto, cuando la obra comienza a tener vida.

Lo azaroso de nuestro despertar no es más que una muestra de la finitud de un sueño, de unas horas, de una cama. Las sabanas se cambian, las estaciones pasan, las gotas caen, el viento sopla, el fuego sigue quemando, el sol sigue alumbrando. Hasta que, como si de un chasquido se tratara, pasas del teatro a la nada, como si con un gélido abrazo te reencontraras.  Del calor del grito, a la escucha del silencio. De la luz que te baila, a ser la luz que baila en el firmamento.

martes, 31 de marzo de 2020

El reloj.


Imagina que puedes habitar en un mundo donde todos tus sueños parecen que se hacen realidad. Un mundo donde el daño físico se da de forma aparente, donde puedes reencontrarte con aquello que anhelas o extrañas. Un mundo donde lo que piensas que ya no puede regresar es el germen que crea lo que puedes ver.

La soledad y la desesperación de mi vida inundaba lo más profundo de mi ser. Me encontraba frustrada en casi la mayoría de ámbitos de mi vida. Realmente, estaba perdida. Una tarde, cercana ya al anochecer, después de una jornada intensa de trabajo, volvía por el mismo camino de siempre a mi hastiado hogar. Eran las 19:04. Conducía dentro de ese pequeño vehículo al que algunos consideraban coche, donde no puedo contar la de horas que me he quedado dentro, mirando el teléfono, intentando alargar el momento de meterme en casa.
La situación no estaba bien, desde luego, todo mi mundo se había venido abajo en cuestión de un par de meses. Mis pilares duros como piedras se me hacían tan endebles que una ráfaga tenue de aire podía hacer que se desmoronase todo el templo que es mi vida.


Arranqué para marchar allá, tomé la carretera que realizo de Lunes a Jueves de forma diaria, conduciendo pasivamente sin ningún animo ni deseo de llegar a mi destino. De repente, algo se ve distinto, cuando tomo la esquina para llegar y poder aparcar, aprecio la visión de un gran puente que no recuerdo yo que haya estado allí jamás. Donde estaba mi casa, ahora no había más que la entrada, la cual solo se podía hacer a pie. Aparqué de forma delictiva cuanto menos, por la impresión que me daba todo aquello. Aun no me había fumado el cigarrillo de después de trabajar, aquel que, en lugar de quitarme, me daba vida y aliento. Ir con tantas prisas siempre me acababa cabreando. Detengo el motor, cojo el paquete, enciendo el cigarro. Primera calada.
Todo esto lo hago no quitando el ojo a aquel puente que todavía no tengo ni idea de qué hace ahí. ¿me habré equivocado de camino? Imposible, lo hago de forma mecánica. Siempre cojo por la misma calle, pongo la misma marcha, hago el mismo giro, acelero y siempre llego a la rotonda a 40. No, no, estoy en mi casa. Segunda calada.
De verdad, creo que se me está empezando a ir la cabeza. Me he cruzado con el bar donde siempre hay dos hombres bebiendo con la misma gorra. He parado en el semáforo que siempre me coge en rojo. He cantado la canción 15 de mi lista de reproducción, la que dura todo el camino hasta aquí. Tercera calada.
Este cigarrillo se está consumiendo antes de lo debido, siempre me llega a las mismas cinco caladas. Normalmente me entretengo con el teléfono mientras lo hago, por eso nunca puedo dar más. Ahora mi distracción me deja más atónita desde luego. Cuarta calada, me lo he acabado.

Decido bajarme del coche, de una vez, ¿Cuánto tiempo llevo? No más de 10 minutos. Tengo que hacer cosas en casa, los cuarenta y tres trabajos que tengo para final de mes, y una larga lista de fichas del trabajo. No tengo tiempo para esto.
Tan decidida como cabreada, cierro de un portazo, busco las llaves, cierro el coche. Tengo en mi mano las llaves de casa. Me coloco delante del puente, y sin más, porque no podría hacer otra cosa, voy pasando sobre él hacia mi casa.
La ansiedad, como mi cigarro, dura 4 segundos. En 4 segundos, veo mi casa, pero no aquello a lo que volvía cada día, sino la casa donde siempre he deseado vivir. Vale, estoy soñando, esto no puede ser verdad, y mucho menos lógico.

Huele al delicioso aroma de mi incienso favorito por todas partes. Y mi casa de dos plantas se ha convertido en una verdadera mansión. Miro estupefacta a lo que tengo frente a mi.
Las paredes, son cristales con enormes colores. Todo es muy luminoso, y se respira tanta paz que de verdad estoy empezando a sentirme incluso mareada. Meto la llave en la cerradura, esa que siempre está dando problemas, pero esta vez, la puerta se abre a la primera.
Espero oír los ladridos de mi perra, aquella bola de pelo que siempre me recibía gritando mi bienvenida. Pero no, ahí estaba, mirándome sentada y os juro que me estaba mirando de forma cariñosa y sonriente.
¿Qué hora es? Hay demasiada luz aquí para la hora que es en Invierno. Entro, y la estancia es demasiado increíble como para describir cada detalle. Lo arruinaría. Solo os voy a decir que tenia una habitación distinta para cada ámbito que me gustaba: una habitación para meditar, una biblioteca inmensa, una sala de arte, y un gran jardín. El jardín, sí que me dejó sin palabras. Era tener un verde prado dentro de casa, asombroso.


Mi escalera recta se ha vuelto de caracol, y no podría decir el numero de escalones que poseía. Las habitaciones…. No pude entrar en todas. Solo vi lo que mis ojos me dejaron apreciar. Llego a la cocina, cuya puerta trasera daba al inmenso patio. Cruzo el umbral y me quedo atónita.
El trastero, se había convertido en una humilde casita, y olía increíblemente bien a ese aroma que bañaba la casa de mi abuela cuando era pequeña. Ese olor a comida rica, a guisos deliciosos. Como los echo de menos.
Se empezó a escuchar una voz, que precisamente no era la mia, parecía que mi lengua había desaparecido dentro de mi boca. Esa voz y la forma en la que se movía en el aire…estaba claro. Era mi abuela. ¿mi abuela?

Os prometo que en ningún momento fumé nada que no fuera la nicotina del tabaco y el estrés del trabajo. Os prometo que estaba cuerda, estaba bien, no estaba tan cansada como para ver este tipo de cosas. No lo estaba. Joder que si no lo estaba. Cualquier índice de sueño se me fue, desapareció con lo que mis ojos vieron.
Mi abuela, mi abuela estaba de pie, recta como nunca la había visto. Y tenia el aspecto de cuando yo no era más que una mocosa de 5 años. Dios mi abuela, estaba tendiendo ropa, tarareando, mientras que hacia mi comida favorita. Me miró, y me preguntó qué tal me había ido.
‘’La comida está lista. Lávate las manos mi niña’’. No podía ser más feliz,¿de verdad que estaba viviendo aquello?.Estaba ahí, me lavé las manos, lo hice. Sentí el agua tibia en mis dedos. Que feliz me sentía.


Me senté a la mesa redonda, con esa estufa tan calentita que siempre ha estado en su casa. Pregunté por mi abuelo. ‘’Ha ido a andar, ahora vendrá para que vayáis juntos al parque’’. No me lo podía creer, ¿al parque?¿Con mi abuelo?. No podía ser más feliz.
Y entonces, pasó. Pasó, lo que no podía faltar. Mi plato favorito frente mía, y yo con una sonrisa que me recorría la mitad de la cara. Que rico está. Sabe a infancia, sabe a plenitud, a ignorancia, a cada tarde que me quedaba en esa casa esperando a mi padre llegar. Estaba riquisimo, joder. Me termino el plato en menos de lo que podría contarse.

Y ahora con mi abuelo, que experiencia. Pero, mientras que estoy mirando a mi abuela llena de vida y de felicidad, me doy cuenta de un pequeño detalle. Mi abuela jamás ha tenido el pelo largo. Mi abuela jamás ha tarareado. Mi abuela jamás ha estado en esa situación.
Me quedé muda. Me quedé más muda que nunca. Sentí como solo podía ver esa coleta larga por toda la espalda. Negra. ¿Quién es esta mujer?. Estoy asustada.
Tú no eres mi abuela. Tú no eres mi abuela. Tú no eres mi abuela. Y a la cuarta, simplemente, tuve que parar. Se estaba girando lentamente. Tú no eres mi abuela. Me voy de aquí.

Salgo de la casa, corro, y corro, y me caigo, y me golpeo, y me levanto. Y me encuentro a la ultima persona que deseaba ver. ¿Abuelo?. Era mi abuelo, físicamente era mi abuelo no había duda.
Le grité,la verdad. Joder hay una mujer que no es mi abuela en casa. Mi abuelo solo hacía mirarme. Ni una palabra salió de su boca. Mi abuelo siempre ha sido muy pícaro, ¿qué le pasa?.

Le pregunto si está bien, y la única respuesta que tengo es un abrazo. ‘’Te echaba de menos. Sé que estas asustada pero tranquila, ya estás bien. Quédate conmigo’’. Que bien olía ese abrazo. Mi abuelo siempre había tenido una higiene de envidiar. Me encantaba tirarme horas con él en la cama para dormir la siesta. Me sentía tan tranquila y viva en sus brazos.

Pero mi abuelo, mi abuelo nunca dice este tipo de cosas. Mi abuelo no se expresa. Mi abuelo quiere sin decir, y no dice de querer. Tú no eres mi abuelo, lo tengo claro. Pero se está muy bien aquí. Solo 1 minuto más. Huele a ese jabón que tanto me gusta comprar en casa para acordarme de él.
Le pregunté sobre si podíamos ir al parque juntos. ‘’No me gusta andar a estas horas’’. Esta claro, no es él. Tú no eres mi abuelo. Tú no eres mi abuelo. Dime un recuerdo que tengas de mi infancia,qué hacíamos a estas horas todos los días.
Lo eché a un lado, y me fui corriendo. Esto era de locos. ¿seguía dentro de mi casa? ¿Cuánto tiempo había pasado?. Busqué mi móvil pero como en todas las situaciones como esta, no tenía batería. No me lo puedo creer.

¡Mi reloj!, lo miro y veo que son casi las 10 de la noche. Pero aquí es de día. Qué narices está pasando. No dejo de correr. ¿sigo dentro de la casa?. Corro, corro, y corro hasta darme de cruces con una puerta (que no debería estar ahí). Es una puerta sin pomo, donde hay un papel colgado a forma de noticiero. Hay algo escrito, con muy mala letra, por cierto.

‘’ Sal de aquí antes de que no quede nada de ti’’.
Esto ya debe ser una cámara oculta. Me gusta el cine de terror y psicológico pero no para tanto. Vamos a ver, quien  hay aquí que me pueda dar una explicación normal de lo que está pasando. ¿y mis padres? Mi madre aun debe estar trabajando, pero mi padre debería estar en casa, debo ir a buscarlo.
Doy media vuelta, y en mi carrera, me sitúo frente a un grupo de chicos que se me hacen muy conocidos. Eran mis alumnos, os lo juro, eran ellos, pero, a la vez no. Solo querían que no me fuera, me gritaban, me agarraban, incluso me empujaban para que no pudiera ir más rápido. En una de estas, uno se dio un golpe no tan fuerte como los que yo estaba recibiendo, pero que si determinante.

Esto ya me dejó patidifusa. Me veo a todos los niños haciendo corro frente a él, escondiéndolo para que yo no lo pudiese ver. Estaba en el suelo, de cuclillas. Era Adrián. Solo puedo ver que se está colocando bien algo. Vamos a ver, que tiene 15 años que se va a estar poniendo en la cara si solo se ha rozado.
Cuando me quise dar cuenta, debajo de su cara había piel podrida. Piel realmente maloriente y podrida. Aquí ya fue cuando en mi trance de infarto decidí echar a correr. Y solo podía escuchar de fondo ‘’no se puede dar cuenta’’, ‘’ se irá’’.

Corro, y corro, y corro, pero parece como si la casa estuviera a la otra punta del país. Miro el reloj, las 11:45 de la noche. ¿pero qué está pasando aquí con el tiempo?. Estoy cansada. Si pudiera y no fuera por el miedo que tengo me fumaba un cigarro. ¡Pero qué digo!. Os juro que este sitio te manipula la mente para que te quieras quedar.
Es que huele muy bien, es que hace un tiempo tremendo, si te centras sientes el mar, la naturaleza, los animalillos. Acabo de ver una ardilla. ¿qué hace aquí una ardilla?. La sigo, la sigo hasta su madriguera. Y veo a unos preciosos bebés, era su madre. Todos estaban con un rostro angelical, todo era, os lo juro, perfecto.
Nadie dañaba a nadie, era un sitio para querer quedarte, y aun no había visto nada negativo. ¿o si lo había visto? ¿Qué hora es? 11:55. No veo la casa, pero mira que bonitos son los bebés.
Pero tengo que irme, aunque puedo esperar un minuto más, no creo que pase nada. Me quiero quedar aquí. Me quiero quedar, hasta que me doy cuenta, de que las crías no se mueven. A que la ardilla, me está mirando. ‘’Quédate’’, me decía con los ojos. Y otra vez ese olor, joder, ese olor tan horroroso a podrido. De verdad, casi vomito, si no fuese porque las crías se habían convertido en cuerpos sin vida. Me voy de aquí.

Me voy de aquí, acelero el paso, son las 11:58, la casa, ¿dónde está?. No la encuentro, no la encuentro pero no pasa nada porque aun no es de noche. Mira que sol más radiante, que brisa más fresca, que bien huele…
¿Me voy?... sonriente y con los ojos cerrados no tengo más deseo que el de quedarme ahí. Y antes de tomar la decisión veo al fondo del camino el puente. ¿llevo todo el tiempo dentro de la casa?¿cuando salí de ella?.  Camino, camino o descamino, ya no lo sé. Pero estoy ahí. 11:59.
Estoy empezando a cruzar el puente, abajo hay un lago espectacular.¿estaba antes ahí?. Hay peces de colores, muchísimo, super bonitos. Los más bonitos que os podáis imaginar. Veo el agua cristalina, la vegetación, es tan maravilloso este puente…

11:59:30
No me quiero ir, no me quiero ir hasta que me doy cuenta de que en todo este tiempo que me he llevado corriendo, no me noto cansada, y no me noto cansada porque ya mi cuerpo no es mi cuerpo.
Me desplomo, en un sueño casi inminente. 11:59:45.
No quiero irme, quiero estar con mis abuelos. Quiero vivir aquí. Esto es el paraíso.
11:59:50
Es raro, ahora se ha vuelto de noche de repente. Es raro, me empieza a doler todo. Siento el peso de 100 elefantes por encima de mi espalda. Que frio hace. Que mal huele.
11:59:55
Tengo que irme.
11:59:59
No puedo…
12:00.
Ya no noto nada, pero todo está oscuro. Miro a mi alrededor, ya no hay luz. Ya no hay puente. Solo estoy yo. ¿me ha hecho falta llegar hasta lo póstumo para darme cuenta que ya había muerto?
Ahí estuve, con monstruos que solo querían devorarme para hacerse reales. Con mentiras, con dependencia de esos recuerdos que han acabado por destruirme. Mi cuerpo ya no es mio, mis recuerdos ya no los veo con claridad. ¿qué hora es?


Son las 19:05, enciendo la luz del coche. Qué ha pasado. Tengo que dejar el trabajo, tengo que dejar de agobiarme. Tengo que aceptar el fluir. Tengo que hacerlo. Acabaré consumida si no lo hago. Necesito ver que mi mente me pertenece, que la conformidad de un abrazo gélido no me calma. Que lo que se fue nunca va a volver. Que los recuerdos pueden reconfortarnos, o arrebatarnos el alma.
Me gustaría empezar a vivir antes de que la sentencia de mi hora se cumpla, y no que la altitud de mis miedos me sumerja más aún.
Meto las llaves del coche, aun no he sacado el primer cigarro después de trabajar. Creo que no voy a fumarme ninguno más por hoy. Me monto en el coche. Creo que voy a darme tiempo para mi. Me marcho de aquí.

La ventana reflejada- Un relato reflexivo sobre el Alzheimer.

Las noches no pasan desapercibidas desde que la soledad se encarga de hacerme compañía. No encuentro dolor en el que agarrarme, porque ya mi corazón no siente como debería.
Mi mente ha dejado de funcionar para que mi cuerpo vague sin ningún tipo de esperanza. Me encuentro inmersa en una profunda oscuridad que con un beso, acaricia mis mejillas, mientras que una lagrima se derrama por mi tersa piel.


He perdido la noción del tiempo, más mi único espacio es estar en este confinamiento. Una cárcel que me recuerda los recuerdos que ya deberían haberse enterrado, y me hace olvidar aquellos en los que me encuadro.

Con leves dolores, alzo mi mirada desamparada buscando un rostro donde encuentre la identidad de mi alma. ‘’¿Dónde estás?’’, me pregunto. ‘’¿Acaso importa?’’, me tumbo.
Ruedo como si mi cuerpo me ardiera, como si el agua que cae por las pequeñas grietas del techo fuera gasolina contra mi pecho. ‘’¿me quemo?’’. Contra más noto el peso de cada gota, más hondo siento que me encuentro.

‘’¿Dónde estoy?’’ me pregunto. Y miro, y veo, y huelo, y observo. Observo como la tempestad de mi interior se vuelve corpóreo y presente, como una pesadez en el ambiente que no me permite respirar adecuadamente.
Me levanto, por intentar sobrevivir, y veo los retratos rotos en marcos ya desgastados por el tiempo. No conozco a quienes se retratan, no reconozco a quien con los ojos me habla. Lo suelto, como si mi mano fuese independiente del resto de mi ser. Lo tiro, lejos de mí.

‘’¿Y la puerta?’’ Tengo que salir de aquí, más no veo alternativa ni cualquier silueta que me pueda servir para salir. Estoy aquí sola, en cuatro paredes que absorben mi oxígeno, mi aliento, mi vida.
Mis manos ya no son coloridas, son grises, son frías. La luz ya no entra por mis ojos, mi olfato ya no capta, mis labios ya no hablan. Me encuentro aquí, sola, desolada.
Tras mi agónica sospecha, intento controlar el terror que me recorre por dentro, no es algo habitual que pueda manejar a mi antojo este sentimiento. Veo una salida, una ventana.

Me acerco, me acerco, ¡me acerco!, y veo a una señora. ‘’¡Ayúdeme!’’, le grito, o al menos eso pensaba. Y ella habla, pero no puedo escucharla. Mis oídos ya no funcionan, ya nada en mi va en marcha.
Ayuda, ayuda, está tan cerca. Veo como la mujer me mira extrañada, me mira como yo la miraría si fuera ella la que no estuviera ahí afuera.‘’Ayuda’’, pienso. Pensamiento que ella interpreta. 

Nos acercamos a la par, lentamente. Nos hemos visto. Una mujer mayor, muy mayor, ''¿qué hace por aquí sola?''. Tampoco tendría una respuesta verosímil esta pregunta, ya que ni yo sé donde me encuentro ahora, ni si pregunto en el ayer, ni sí están pasando las horas.‘’¿Cuánto tiempo llevo aquí?’’. No sé por cuantos segundos iré ya contando, y miles de pensamientos siguen apareciendo mientras nos vamos acercando.

Mujer con pelo blanco como el cristal cuando se rompe en mil pedazos. Ojos grises y penetrantes, con grandes ojeras que aguantan sus leves pómulos desgastados. Delgadez, delgadez.
A mis doce años jamás había visto a una anciana así. Y cerquita, cerquita, cerquita ya de ahí, me di cuenta, me di cuenta de que solo yo empañaba con vaho la ventana. La ventana que en todo momento no hacia otra cosa que servir de espacio que reflejaba.

La mujer gesticula a mi respuesta, con mi misma cara de extrañeza.
Quiero salir, y esta ventana es la forma de poder hacerlo. ‘’La rompo, la rompo, la rompo, la rompo’’. Contra más cerca estaba yo, más cerca estaba la anciana. Aunque quisiera no podía decirle que se apartara, ya que a mis labios se les habían olvidado como pronunciar palabra.
Se alejó cuando yo empecé a hacerlo, pero al correr a romper la ventana, todo se volvió negro.
La ventana se vio rota, y lo único que había detrás de si era una pared. Más los cristales de aquella ventana en el suelo, seguía reflejando a aquella mujer.
No hay salida, no hay salida. Estoy aquí sola otra vez. Mis lagrimas se derramaban secas por mi rostro, cerré muy fuerte los ojos. Muy fuerte de verdad los apreté. ‘’mamá, mamá, mamá’’.


Cuando me despierto, lo hago escuchando con una voz que casi no entiendo ‘’¿Abuela, estas bien? Abuela, soy yo, abuela, soy tu nieta’’.

‘’¿Y mi mamá?, ¿Eres tú?’’. Levanto la mirada, totalmente perdida, para mirar al espejo que tenía delante mía.
''La mujer de la ventana!¡Está aquí otra vez! No quiero volver a sentir frío, mami...''


Dedicado a todas aquellas personas que sufren la enfermedad del Alzheimer, a todxs lxs que luchamos para hacerles la vida un poco más fácil, por aquellas que les damos calor cuando se sienten más perdidos.

Por María Herrera